La vida trascendió a la muerte
Desde
cualquier parte de El Salvador la feligresía católica conmemora la Semana Santa, dándole
mayor énfasis al último recorrido que Jesús hace por la salvación a los pecados
del mundo.
Texto y Fotografías Emeli Santamaría
Fervor, devoción y fe
Foto/Emeli Santamaría
Para los creyentes católicos la fecha más dolorosa pero inevitable de la Semana Santa llegó, Viernes Santo, cuando miles de salvadoreños se unen para recordar la entrega, el martirio, la pasión y la muerte de Jesús en su camino a El Calvario.
El día promete un sol potente,
radiante y muy caluroso mientras que la feligresía católica empieza a allegar a
la iglesia de aquella comunidad; algunas personas se quedan en la entrada
principal y otras deciden esperar a las orillas de la calle desde donde partirá la
procesión más larga de la cuaresma, el vía crucis o camino de la cruz.
Para Julio Quintanilla, quién además
de ser el catequista en el Ministerio de Cristo-María a Nivel Nacional, es el misionero a cargo de esta festividad y
nos explica que el viernes santo no es una costumbre, una tradición o un simple
traslado de imágenes.
“El viernes santo es el momento preciso para
reflexionar como nuestro señor Jesús murió por nosotros y que eso debe transformar nuestras vidas para
hacer las cosas bien”, exclamó Quintanilla con una sonrisa de certeza en su
rostro.
30 minutos pasan ya de las 9 de la
mañana, la imagen de Jesús cargando la cruz es puesta frente a las puertas de la
iglesia. A través de un mini equipo de sonido portátil, el cual se utilizará
durante la procesión se escucha el llamado a 4 hombres voluntarios para cargar
las andas que sostienen la imagen.
Cuando estos hombres se disponían a
levantar a Jesucristo algo insólito ocurrió, la corona de espinas cayó sobre
los pies de ellos, acción que quizá fue por la velocidad con la que ellos
dispusieron levantarse pero más de alguna también lo interpreta como un mensaje divino.
Momento oportuno para repetir sin ningún previo aviso aquella escena donde a Jesús le es impuesta la corona de espinas, la inquietud de la población se dejaba notar al ver con ojos de dolor aquel acontecimiento.
Momento oportuno para repetir sin ningún previo aviso aquella escena donde a Jesús le es impuesta la corona de espinas, la inquietud de la población se dejaba notar al ver con ojos de dolor aquel acontecimiento.
Con mucha valentía una disimulada sonrisa de satisfacción se enmarca en el rostro de los hombres que van al frente del vía crucis, entre ellos los 12 discípulos con sus vestimentas blancas acompañadas con capas de diversos colores, que le dan una tonalidad maravillosa a esta procesión.
A pocos metros de distancia nos
encontramos con la primera de las 14 estaciones, en donde Jesús es condenado a
muerte. Quintanilla afirma que en la Biblia no hay un libro que especifique el
recorrido de dichas estaciones, lo que la iglesia hace es juntar los 4
evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan para hacer el recorrido a través del
vía crucis.
La distancia que se camina no es la
importante, lo significativo para este día, es con la intención que se haga,
asegura Quintanilla, para él, como para
el resto de la feligresía católica este es un camino de dolor al recordar la
pasión y muerte de Jesús, quién en la tercera estación cae por primera vez.
Por un instante el rostro de muchas
mujeres mantuvo una similitud, un semblante de sufrimiento acompañando por el
recorrido de una lágrima y un suspiro de
dolor en la cuarta estación, al ver el encuentro de Jesús con su santísima madre María.
Las rodillas de varios feligreses ya están llenas de polvo al caer a la tierra una y otra vez en cada estación. La frescura de las flores con sus matices de colores hacen un contraste con la llama de una pequeña vela que el viento con una suave brisa trata de apagar en la quinta estación, en donde Jesús es ayudado por Simón el Cirineo a llevar la cruz.
Quintanilla nos explica, que esta
es una escena muy bonita para conmemorarla en nuestros tiempos ayudando a Jesús
a llevar la cruz, y ese puede ser al ayudar al oprimido, al darle de comer al
que tiene hambre y al librar al cautivo.
Todas las estaciones tienen un
significado, no es por casualidad que Jesús cayó tres veces, con esta acción él
nos está diciendo “Caigan y levántense”, no se den por vencidos, luchen
siempre, aseguró una de las feligreses de la comunidad, Mayra Agilar.
Después de la decimocuarta estación todos se dirigen hacía la iglesia, un canto se escucha y se da inicio al momento de la solemnidad y tiempo de reflexión. Palabras expuestas por Julio Quintanilla, quién con mucha devoción y humildad nos habla del perdón.
Al finalizar el sermón, el suceso más doloroso de esta procesión llegó, toda la emoción se concentró en un punto, en Jesús. Las miradas se dirigen hacia la imagen de él cuando unos hombres lo están crucificando.
Los clavos atraviesan sus manos y
sus pies. Rostros compungidos se hacen notar al imaginar aquel momento cuando Jesús es llevado a la cruz justo en la entrada de la iglesia, el reloj
marcaba las 12.00 del mediodía.
La feligresía católica se retira de
la iglesia después de este acto conmovedor, y se darán cita de nuevo
en punto de las tres de la tarde para realizar los Santos Oficios, que es la
hora en que Jesucristo murió y todos se
unen en oración.
Adorar la cruz es uno de los actos que se percibe durante los santos oficios, los niños y las niñas son los primeros que pasan al frente a tocar una pequeña imagen de Jesús en la cruz, le siguen las mujeres y después los hombres. Acto para recordar el significado de la cruz para la fe cristiana católica.
Adorar la cruz es uno de los actos que se percibe durante los santos oficios, los niños y las niñas son los primeros que pasan al frente a tocar una pequeña imagen de Jesús en la cruz, le siguen las mujeres y después los hombres. Acto para recordar el significado de la cruz para la fe cristiana católica.
El reloj marca las 7:00 p.m, la imagen
de Jesús yaciente se dirige al frente de muchos feligreses que harán el mismo
recorrido de la mañana con la diferencia que Jesús ya murió.
Con el sonido de una marcha fúnebre se da inicio al "Santo
Entierro”, para darle el toque lúgubre muchas personas llevan en sus manos la
luz de una vela que trata de apagarse con el viento de la noche, que a lo lejos
promete un buen aguacero.
Cuando los feligreses se disponían
a llegar al final de su recorrido, unas gotas de lluvia se hacían sentir, todos
se dirigen hacia la iglesia y una vez más elevan una oración al creador en el
momento que el chaparrón de agua estaba cayendo sobre aquellas calles donde
recién habían transitado. Y es como de esta forma finaliza un día tan
conmemorable para la mayoría de personas católicas.
Sólo falta esperar la fecha más
importante, la resurrección de Jesús, que sin ningún lugar a dudas se
vivirá como hasta el momento, con solemnidad, fervor, respeto y con ese
calorcito humano que caracteriza a los habitantes de la comunidad de San José La
Labor.
Jueves Santo, la última cena
Las cortinas moradas que caracterizan al tiempo cuaresmal aún
guardan olor a incienso, haciendo un contraste con el aroma a flores frescas
que adornan al santísimo, él cual está cubierto a su alrededor con sábanas
blancas a los extremos, en donde se realizará el más grande acto de humildad.
Formando un
semicírculo 12 sillas están al frente del resto de bancas, que en seguida son
ocupadas por 12 hombres con túnicas
blancas adornadas con mantos de diferentes colores, acto que da inicio a la
celebración de un jueves santo.
Según el
libro de San Juan, este día en primer momento Jesús celebró la pascua con los
12 discípulos, día conocido para muchos, como la última cena. Y en segundo
lugar, Jesús lavó los pies de los discípulos como un acto de humildad y
servicio, estableciendo así un ejemplo que debemos amar y servir el uno al otro
mutuamente con humildad.
Este acto es la representación del compromiso que 12 hombres asumen al ser llamados cómo apóstoles y ese
compromiso es el mismo que Jesús dejó, que es ir por el mundo y predicar el Evangelio, es decir que a partir de este momento ellos deben trabajar en la
comunidad, llevando la palabra de Dios.
Cuando
la celebración terminó el silencio se
apoderó de la noche, una persona carga en sus hombros una cruz, tras de él se
ven pequeñas llamas de fuego que tratan de apagarse con el viento, son candelas que van sostenidas en
las manos de niños, jóvenes y hombres
adultos que caminan sin murmurar, actitud primordial con la que se caracteriza
esta procesión, exclusiva sólo para los hombres.
Su
recorrido tuvo la duración de aproximadamente 35 minutos, al regresar todos se dirigen hacia el altar del Santísimo,
sus rodillas caen al suelo y elevan una oración para que su acto sea visto con
buenos ojos y tomado en cuenta por Dios, finalizando así, un jueves santo con
devoción.